Si te has cachado estando de mal humor sin causa aparente, esto es para ti. Y es que hay una serie de hábitos, quizá poco conscientes, que están dañando seriamente nuestra salud mental. Descubre las cosas que no sabías que te ponen de malas.
El estado de ánimo influye en la salud, pero ¿qué es lo que determina nuestro humor? Pensamientos, creencias y emociones que, a su vez, se relacionan con todo tipo de estímulos, muchos de los cuales, en automático, te ponen de malas. Por ejemplo:
- El calor. Se vincula a conflictos bélicos y estrés. Pues las altas temperaturas suelen traen consigo insolaciones, quemaduras por el sol y enfermedades que se agravan a causa de la humedad extrema. Además, tiene efectos directos en la salud mental, incrementa la irritabilidad y la agresividad.
- El desorden. Así es, percibir el caos puede generar ansiedad y una sensación de cansancio mayor. Y, dicho sea de paso, daña significativamente tu productividad, de modo que es un desencadenante de otras situaciones que también generan estrés. Una de las cosas que no sabías que te ponen de malas.
- La ingesta excesiva de comida altamente calórico o azucarada. Tiene muchas grasas malas, lo que disminuye la actividad cerebral y provoca cambios de humor repentinos. Se ha comprobado que trae consigo nerviosismo e irritabilidad. Además, viene el sentimiento de culpa después de consumirlos.
- La falta de sol. Aunque siempre se nos recuerda la importancia de no exponernos al sol de más, una pequeña dosis diaria de rayos solares siempre es buena. Aporta la vitamina D que nuestro organismo necesita para estimular la producción de serotonina, una de las hormonas de la felicidad.
- La falta de sueño. Genera una situación de hiperalerta y eres una persona altamente sensible a, prácticamente, cualquier estímulo. Varias noches de insomnio te ponen de malas. Por si fuera poco, provoca falta de concentración y hasta depresión.
Evitar estos y otros malos hábitos que te ponen de malas está en tus manos. Cuando notes que tu humor está cambiando drásticamente, vuelve algunos minutos atrás e identifica los detonantes. Y es que, aunque el enojo es una emoción totalmente normal, vivir enojado no es sano (ni para ti ni para quienes te rodean).