No vamos a satanizar internet, mucho menos las redes sociales, el problema es que pasamos demasiado tiempo en redes y ya comienza a hacer estragos en nuestra salud física y mental.
En la redes sociales construimos relaciones, compartimos nuestro talento, conseguimos trabajo y, en una de esas, hasta encontramos un buen romance, parece imposible que el mismo entorno cause tantos trastornos emocionales.
En el mismo paquete, vienen desórdenes como FOMO, por sus siglas en inglés, Fear Of Missing Out o “miedo a perderse algo” y si no sabes bien de qué va, recuerda cómo te sientes cuando tu celular se queda sin batería o, peor aún, no hay internet.
Ansiedad, insomnio, estrés, y aislamiento social son solo algunas de las consecuencias del uso indiscriminado de las redes sociales. La adicción a las redes y los problemas mentales podrían tener mucho que ver.
La situación es tan grave que, según una encuesta realizada por la firma Motorola “9 de cada 10 adolescentes mexicanos revisan el celular tan seguido que nada cambió desde la última vez que lo vieron”. Sí, de miedo.
Hay quien postea fotos con hashtags como #FamilyFirst pero no tiene idea de cómo estuvo el día de su papá, todavía no sabe que su hermano dejó la escuela y ni por enterado de que su mamá pasa por una depresión. Y la responsabilidad no es de las redes sociales, es de quienes las usamos.
Según el informe Online Nation, pasamos el equivalente a 50 días al año en redes sociales, ¿te imaginas todo lo que podrías hacer con la mitad de esos días? Sí, terminar la tesis, por ejemplo.
Y además de esta sobreexposición a las redes y la información, están los inalcanzables estándares de belleza y estilo de vida que, si nos descuidamos, nos dejan con el autoestima en el suelo.
Vemos las redes sociales, nos sentimos solos e insuficientes, nos alejamos más de la gente que nos quiere y, en consecuencia, nos sentimos peor, es un círculo vicioso que solo puede parar con una buena dosis de amor propio y toma de conciencia.
Sé lo tentador que es pasar horas en Instagram pero, si le dedicas 10 minutos y el resto a leer un libro, vas a sentirte menos triste. Si en lugar de despertar y postear lo feliz que eres, disfrutas tu café y pasas un rato con tu perro, vas sentirte más pleno. Prueba. Vale la pena.