Pasas horas frente a la computadora y usas tus breaks para revisar tu celular, ¿verdad? No te estoy espiando, eh, Hablemos de tecnoestrés, ¿listo para las pedradas?
Tecnoestrés, un concepto que, aunque no es nuevo, tiene todo que ver con el momento que estamos viviendo. Antes de la pandemia por el nuevo coronavirus, soñabamos con hacer home office, en plena pandemia, soñamos con la vieja normalidad. Tantas horas frente a la computadora están haciéndonos perder la cabeza.
Según el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, en España, el tecnoestrés es derivado de la introducción y uso de las nuevas tecnologías. Yo creo que más que hablar del uso, deberíamos concentrarnos en el abuso de este tipo de herramientas.
Se trata de una condición psicológica de hiperconexión que, por supuesto, termina por desconectarnos de quienes nos rodean y, peor aún, de nosotros mismos. Estamos agotados, nos duele la cabeza, tenemos problemas gastrointestinales y serias dificultades para dormir.
Craig Brod, psiquiatra norteamericano, fue quien popularizó, en 1984 , el término tecnoestrés en su libro Technostress: The Human Cost of the Computer Revolution. Sí, en la década de los 80. Ya lo veía venir.
Es un estado emocional negativo que, por supuesto, puede impactar a corto, mediano y largo plazo en la condición física de quien lo padece, ósea, de prácticamente todos los que están leyendo esto. Claro, yo también.
Las cosas se han complicado porque, en esta larguísima cuarentena, se trabaja más haciendo home office (casi en todos los casos). El tecnoestrés hace acto de presencia. A las tareas laborales hay que sumar las labores del hogar y, ahora, sin aquel break que significaba el trayecto de la casa al trabajo.
Por supuesto que no voy a culpar a la tecnología de nuestro estrés, acá hay dos claros responsables: por un lado, el patrón (jefe, boss o como le llames) que se confundió y contrató humanos en lugar de máquinas y, por supuesto, nosotros mismos por no poner (y ponernos) límites.
El tecnoestrés es una consecuencia lógica de la cantidad de tiempo que pasamos con todo tipo de aparatos electrónicos y de la falta que nos hace dedicar tiempo a nuestros seres queridos. Y sé lo que estás pensando, que solo puedes ver a algunas personas en videollamada, está bien, pero asegúrate de que el dispositivo sea el medio y no el fin.
De godín a godín, sé que el trabajo ocupa gran parte de tu día, pero no permitas que se convierta en tu vida. Establece una nueva rutina y respétala, cumple tus objetivos laborales, aunque nunca a costa de tu bienestar. Si no te cuidas tú, ¿quién?
P. D. Si eres el jefe, ¡amigo, date cuenta! El tecnoestrés va a acabar incluso contigo. Valora a tu equipo y recuerda que los empleados felices son más productivos. Lo dice la ciencia y lo digo yo.