Conoces a un chico guapísimo, lo invitas a salir (o él a ti, da igual) y, a pesar de que es amable y muy atento, algo pasa, no están conectados. Quizá el físico no era suficiente o quizá eres sapiosexual.
Sapiosexual es aquel o aquella que se siente sexualmente atraído por la inteligencia del otro. Una charla profunda puede resultar realmente excitante, el físico es importante, pero no lo más importante.
Ahora que atravesamos una larguísima cuarentena estamos teniendo más conversaciones y, aunque muchas de estas suceden solo por Internet, también puede resultar en tremendos flechazos.
Un sapiosexual tiene una necesidad más intelectual, busca ser estimulado a partir de nuevos y ricos conocimientos. Se siente seducido por un buen discurso, es el contenido más que la forma lo que llama su atención.
Y por supuesto que podemos encontrarnos con sapiosexuales hombres y mujeres, sin embargo, dado que los hombres se estimulan más a través de la vista, comúnmente hablamos de féminas sapiosexuales.
Tenemos cerebros distintos, nada que ver con una guerra de sexos. Hace sentido que a las mujeres nos atraiga un sapiosexual, la capacidad intelectual y resolutiva de los hombres, pues nuestros instintos más básicos luchan por la supervivencia.
Los hombres, por su parte, también desde el punto de vista más primitivo, buscan con quién reproducirse, “mejorar la raza” como dice mi mamá. Nadie es mejor que nadie.
En un primer momento, volteamos a ver a esa persona porque luce agradable, más tarde, aparece la atracción mental y lo que sigue es casi magia. Casi. Y todo va a ir bien mientras no idealicemos a la otra persona (ojo aquí), ese es el peligro que enfrenta un sapiosexual.
Al final somos un todo, seres multidimensionales, puede que nos cautive el físico, el “choro” o ambos, pero, con el paso del tiempo, las relaciones de pareja necesitan de mucho más que eso para trascender.
