Aburrirse es mucho más que no tener nada que hacer, es, en el mejor de los casos, la oportunidad de escuchar tus pensamientos. Permítete aburrirte, es bueno para la salud (y para explotar tu creatividad).
Si eres de los que creen que tener la agenda llena es sinónimo de productividad, déjame decirte que podrías estar a punto de conseguir el efecto contrario. Significa estrés, agotamiento y ansiedad.
Mantenerte todo el tiempo a mil por hora solo coarta tu curiosidad. Newton sentó las bases de su teoría de la gravedad al ver caer una manzana y, aunque no estoy segura de que estuviera aburrido, estoy segura de que no estaba ocupado siendo multitasking. Por eso, permítete aburrirte.
El arte de no hacer nada nos es ajeno, nos provoca culpa y, sin embargo, nos haría mucho bien física y mentalmente. Hay que atravesar la incomodidad y aprender simplemente a contemplar.
Además, según una investigación de la Universidad de Granada del centro de Neuroplasticidad y Aprendizaje, el exceso de estímulos produce en los niños un nivel de tolerancia cero donde ya no hay satisfacción en las pequeñas cosas. Lo mismo pasa contigo, así que permítete aburrirte.
Aléjate un rato de las pantallas, desconéctate del trabajo y date la oportunidad de buscar figuras en las nubes. Puede que aburriéndote consigas responder a las preguntas que tanto te has hecho.
Permítete aburrirte y, al cabo de un rato, empezarás a crear pensamientos e ideas que conecten con lo que verdaderamente te gusta, que te impongan retos. Permítete aburrirte, eso estimula la creatividad, ayuda a tu cuerpo a recuperar energías y disminuye el estrés.
Dejar que tu mente divague es bueno también para la salud mental. Aprenderás a valorar y gestionar tu tiempo. A veces, tememos aburrirnos porque ese espacio vacío es un espacio con nosotros mismos. Da miedo, pero terminará haciéndonos sentir mucho mejor.