Hay quienes suelen pensar que la yoga es una práctica meramente física, que es solo para personas flexibles, pero nada más alejado de la realidad, hay un tipo de yoga para cada uno de nosotros.
Muchos autores hablan sobre la yoga y sus modalidades, entre las más populares, la práctica de Vinyasa, Hatha, Bikram, Ashtanga y Kundalini. Por cierto, no nos vamos a pelear (hoy) sobre el carácter masculino o femenino de la palabra.
Yoga es una práctica, una filosofía de vida y una herramienta para gestionar emociones. El término significa “unión”, “armonía” y “equilibrio”, se trata de una técnica de mejora física y mental. Estos son sus beneficios clave:
Disminuye los niveles de estrés. La base de la práctica está en la respiración y un proceso de introspección que permite volver al presente y procurar un estado de bienestar.
Ayuda a perder peso. Y todavía hay quienes creen que la yoga es un ejercicio muy ligero, sin embargo, practicar durante más de una hora diaria a lo largo de tres meses ha demostrado ser eficaz para adelgazar.
Reduce el dolor. Produce un masaje profundo en los órganos y glándulas, así mejora desde la circulación sanguínea, digestión, respiración, beneficia al sistema endocrino y, por supuesto, al sistema nervioso central.
Fortalece huesos y músculos. Y es que no importa tu edad ni tu estado físico actual, la yoga evita que el ácido láctico se acumule en el cuerpo. El exceso de esta sustancia, afecta al calcio presente en los músculos.
Mejora tu estado de ánimo. Y es que se ha comprobado que las personas que practican yoga regularmente están mucho más satisfechas con su cuerpo y con su vida.
Así que bien podrías darle una oportunidad a la yoga (“el” yoga o como quieras), seguro que algún tipo será justo lo que tu cuerpo necesita. Mi recomendación: empieza tu práctica con un profesional.