En medio de la cultura de trabajo duro, también millones de personas más (y yo). Existe un sentimiento de culpa normal y adaptativo, pero cuando tomarnos un break de 5 minutos se convierte en un conflicto interno algo anda mal. Nadie debería sentir culpa por descansar.
Se trata de la creencia o sensación de haber traspasado las normas éticas personales o sociales y tiene todo el sentido del mundo cuando se ha perjudicado a terceros. Las altas expectativas que tenemos de nosotros mismos se vuelvan en nuestra contra.
Sin embargo, la culpa es patológica y malsana cuando sentimos que estamos perdiendo la batalla frente a la productividad. Y la culpa por descansar tiene su origen en esta idea errónea de que ser productivo es sinónimo de estar siempre ocupado.
Tener la agenda llena de reuniones y compromisos puede significar el éxito para algunos, pero el costo es muy alto. La ausencia de descansos provoca trastornos de ansiedad, adicciones y depresión, entre muchas otras afecciones.
Así que sentir culpa por descansar se ha vuelto el pan de cada día, es natural por muchas razones: estás sobreestimulado, tienes una rutina acelerada y frenas en seco o te estás comparando con el de al lado y (parece que) está haciendo mucho más.
Si algo deberíamos haber aprendido ya es a detenernos porque sí, por salud mental. Las pausas incrementan la creatividad, mejoran la memoria, protegen el corazón, reducen la depresión e, incluso, ayudan a perder peso.
Y se trata no solo de mejorar la calidad del sueño, también de descansar en medio de la jornada laboral o pausar, por un rato, los quehaceres del hogar. Sentir culpa por descansar es un mal hábito, uno bien encarnado.
¿Cómo dejar ir la culpa por descansar?
Hace falta desaprender y “recablear” nuestro circuitos cerebrales en función de creencias y pensamientos saludables. Descansar no es un lujo, es una necesidad, un derecho y una buena decisión si se busca crecer personal y profesionalmente.
Así que para gestionar esa culpa por descansar, estos trucos podrían serte de gran ayuda:
- Reconoce lo que sientes. No luchas contra la culpa, identifícala y pregúntate qué pasará si te tomas un break de 20 minutos. Seguramente la respuesta será “nada terrible”, el mundo seguirá girando.
- Planea tu día. Escribe todas las mañanas tus objetivos diarios, considera el ámbito laboral, tus quehaceres del hogar, tus relaciones sociales y, por supuesto, tu bienestar físico y emocional. Cada vez vas a sentir menos culpa por descansar.
- Sé flexible. Se trata de una rutina que, ante ciertos imprevistos, pueda reajustarse. Solo asegúrate de ser muy respetuosa de tus tiempos. No permitas que nadie interrumpa tu descanso, pero tampoco abuses de los breaks y la procrastinación.
- Prepárate para la incomodidad. Si ya sabes que llegarán esos sentimientos de culpa por descansar, alístate con algunos ejercicios de respiración, afirmaciones o una meditación guiada para distraer la mente.
Newton sentó las bases de su teoría de la gravedad al ver caer una manzana y estoy segura de que si hubiera estado corriendo entre juntas y compromisos la manzana hubiera pasado desapercibido. Así que aprende a perder el tiempo.