Nos mintieron, la felicidad no es una meta, en todo caso se trata de un estilo de vida. Ser feliz, por utópico que parezca, depende solo de ti. Se consigue, según afamados científicos, con pequeños hábitos saludables, se trata de claves para ser feliz.
De acuerdo a la Real Academia Española (RAE), felicidad es el “estado de grata satisfacción espiritual y física” y, en un mundo ajetreado y superficial, parece una misión imposible.
La clave está en liberar hormonas de la felicidad on demand. La dopamina, serotonina, oxitocina y las endorfinas regulan tu estado de ánimo, así que solo hay que participar activamente en su producción procurando cierto tipo de actividades con regularidad para ser feliz.
Estudiosos de la psicología, incluidos algunos especialistas de la Universidad de Harvard, han descubierto que algunos estilos de vida están directamente relacionadas con la felicidad:
- Estar ocupado, pero sin prisas. El trabajo es condición básica y fundamental de la vida humana, pero debería ser mucho más que un medio para obtener sustento. Hay que encontrar el justo medio entre deber y placer para así ser feliz.
- Agradecer. La gratitud impacta positivamente en la variabilidad del ritmo cardíaco, según la American Journal of Cardiology. Además, tiene efectos positivos en la respuesta del organismo frente a gran cantidad de enfermedades.
- Dormir lo suficiente. Algo tan ‘simple’ como descansar al dormir puede hacer toda la diferencia entre un día estresante y uno que pueda enfrentarse de forma efectiva. Para ser feliz hay que permitir que el cerebro se regenere.
- Hacer deporte. Cuanto más intensa sea la actividad y más cerca del umbral aeróbico estemos, más cantidad de endorfinas se liberan. La dopamina y la serotonina también forman parte del cóctel que se produce al mover el cuerpo.
- Tener 5 relaciones muy cercanas. Según un estudio científico, quien tiene 5 o más relaciones significativas en su vida, es dos veces más propenso a ser feliz. Así que hay cultivar y fortalecer las relaciones saludables.
La felicidad está, más que en las grandes experiencias, en los hábitos cotidianos. Es de quien la trabaja.