Es muy común que los términos “crisis de ansiedad” y “ataque de pánico” sean usados como sinónimos, por eso, iremos a fondo en el caso. ¿Se trata del mismo fenómeno?
Cuando nos sentimos desbordados, hiperventilamos y temblamos, varios diagnósticos pasan por nuestra mente. Pensamos en una crisis de pánico, en un ataque de ansiedad y hasta los relacionamos con síntomas de un infarto.
Vamos al grano. Hablamos de fenómenos diferentes. Por ahora, vamos a concentrarnos tanto en los ataques de ansiedad como en los ataques de pánico. En este último caso, hablamos de un término clínico.
Solemos llamar crisis de ansiedad incluso a un momento de estrés, por eso, hay que ahondar en el tema. Un ataque de ansiedad es un término coloquial que debemos diferenciar del llamado “ataque de pánico”.
Un ataque de pánico puede ser la antesala de un trastorno de pánico, un episodio repentino de miedo intenso que trae consigo reacciones físicas graves. No solo no hay un peligro real sino que estamos frente a una enfermedad documentada.
De modo que el término correcto para lo que se siente como una crisis de ansiedad es “ataque de pánico”. La Asociación de Ansiedad y Depresión de América (ADAA), enlista los siguientes como algunos de los síntomas más comunes:
Palpitaciones, sudoración excesiva, sensación de ahogo, náuseas, paratesia u hormigueo, miedo a perder el control y miedo a morir. Así que si has vivido uno o más de estos episodios, tienes que tratarte con un profesional de la salud.
Cuéntale a la gente que quieres de tus síntomas, una red de confianza es clave en momentos como este. Es importante que tanto ellos como tú se documenten respecto a esta condición. Que llamemos a las cosas (a las enfermedades) por su nombre. No es crisis de ansiedad, sino ataque de pánico y hay que normalizar hablar de ello.
