En una sociedad en la que estar siempre ocupados se ha glorificado, nos prohibimos el placer de no hacer absolutamente nada. Por eso, tenemos mucho que aprener de los italianos e il dolce far niente.
Estar ocupado y cansado, es bastante común en nuestra sociedad. Tener siempre algo que hacer no es cool. De ahí que quiera hoy traer a colación un concepto que seguro te va a cambiar la vida: il dolce far niente o “lo dulce de no hacer nada”.
Escuché esta frase por primera vez mientras veía Comer, rezar, amar, una película protagonizada por Julia Roberts y Javier Bardem (lo escribo mientras babeo). Está basada en el libro homónimo de Elizabeth Gilbert y es una verdadera joya.
Julia, quien interpreta a Liz (la propia Elizabeth Gilbert), descubre en Roma, Italia, los placeres sencillos y mundanos que nos ofrece la vida. Il dolce far niente tiene que ver con dejar de correr, con descansar y simplemente contemplar.
El tiempo libre suele producirnos ansiedad, pues nos contaron que había que saturar nuestra agenda de actividades. Pero ¿qué tal aprender a saborear el presente con todo y sus pausas?
Con esas pastas y ese vino de sobremesa, me queda claro por qué hablamos de un concepto italiano. Pero il dolce far niente no es la única tendencia que busca reivindicar el goce y priorizar el bienestar.
Niksen, es la filosofía holandesa que se presenta como una oportunidad para no hacer nada. Y hygge, un concepto danés, se une también a la búsqueda de una rutina mucho más equilibrada.
Estos y otros conceptos se alejan de la costumbre de “aprovechar” cada minuto del día. No es necesario y, tarde o temprano, nuestro cuerpo va a pagar las consecuencias. Por eso, conceptos como il dolce far niente podrían, literal, salvarnos la vida.
Inténtalo, regálate esta tarde para no hacer absolutamente nada. Sin culpa.