Que “siempre hay un roto para un descosido” y resulta que muchos andan por ahí muy rotos, muy descosidos y haciéndose daño.
Casi veintinueve años buscando a mi media naranja, ¡no me vengan ahora con que dos rotos no forman un entero!, pensé hace apenas un año. Los últimos meses lo aprendí “a la mala”. Y ahora todo tiene sentido.
La “culpa” puede ser de Disney o de tus padres, pero la responsabilidad es tuya, ya estás grandecito para seguir creyendo que el roto (o la rota) que tienes frente a ti puede completarte, salvarte o alguna cosa por el estilo. Nadie hace feliz a nadie.
Todos tenemos issues y los vamos acumulando; recién escuché que aproximadamente a los siete años vivimos nuestra primera gran ruptura, abandonamos lo que queremos ser para priorizar aquello que nos dicen que debemos ser.
Y así vamos por la vida, rotos. Somos humanos, vivimos en sociedad, claro que queremos encajar, pero ¿a qué precio?
Puede que antes de los siete años seamos incapaces de elegir a quien vemos o escuchamos, sin embargo, cuando nos convertimos en (cuasi) adultos podemos tomar decisiones, sanar heridas, vivir con conciencia (por lo menos intentarlo).
Pero es más fácil perpetuar un patrón que elegir el “plan b” y caminar al borde del precipicio rumbo a una vida completamente nueva. Así se siente la terapia y eso de encontrarse a uno mismo.
Pero ¡buenas noticias!, no estás roto, si acaso con algunas abolladuras. Eres y mereces también a un ser completo.
Aceptamos el amor que creemos mereces así que no hay de otra, tu proyecto eres tú. No eres salvador ni salvavidas de algún o algunos rotos, ellos tampoco.
Puedes casarte y vivir el resto de tus días al lado de tu roto, pretender que no pasa nada, separarte de vez en cuando, atender los síntomas, jamás la causa, la mayoría lo hace.
Pero algunas personas dicen que también hay relaciones de pareja sanas, yo les daré el beneficio de la duda.
La soltería es traicionera, se confunde con la soledad. Aférrate a ti. “Cuando se mire al espejo y no se encuentre, considérese sola” leí algún día en algún lugar, ¡tremenda reflexión! Te la regalo (igual ni es mía).